Cuarto día
La obra de teatro “Las bicicletas son para el verano” de Fernán Gómez no fue escrita en Hamburgo, no, porque en Hamburgo a pesar de que el clima no es un aliado, las bicicletas son para todo el año, para todos los lugares y para todas las personas.
La bicicleta es una religión y casi un elemento mas del paisaje, la ciudad parece pensada mas para las bicicletas que para los coches. Y es que todo invita a moverse sobre una bicicleta, sorprende, sin embargo, la escasa cantidad de ruidosas motos pequeñas que hay pero, otro día hablaré de las bicicletas.
“Donde fueres haz lo que vieres” y nosotros alquilamos ayer unas magníficas bicis, por 8 euros (las había por 3, pero las preferimos más cómodas) al día, 24 a la semana y que ya nos han ahorrado en bus mas de lo gastado. Y pedaleando nos fuimos la lago Alster.
Como toda gran ciudad debe tener un pulmón, un lugar donde liberar tensiones, Hamburgo tiene su lago Alster, el lago y los parques que lo rodean son el lugar perfecto para pasar una mañana primaveral como la de ayer, dimos la vuelta completa al lago y solo puedo decir que es fantástico, aire limpio, silencio, alfombras de césped, arboles fantásticos, puentes, embarcaderos, balaustradas y sitios de una gran belleza, nada de papeles, botellas y barbacoas, mucha educación.
Al lago y el parque lo rodean casas, llamar casas a estos edificios puede ser un menosprecio porque son verdaderas mansiones, casas casi de cuento o película a las que a falta de su interior queda un exterior perfectamente acorde con el paisaje que lo rodea.
Por la tarde noche anulamos a visita a Eppendorf para ir a cenar a un restaurante griego ( ahí llevo guía), además de por la excelente cocina por “joder” (con perdón) un poco a la Meerkel que no trata bien a los Helenos; degustamos platos como Melintzanes tiganités (Berengenas fritas), Saganaki (Queso griego rebozado), Scordaliá (Salsa de pan, patata y ajo), Jalumi (Queso chipriota asado), Joriatiki (Ensalada griega), Kalamarakia dendrolívano (Chipirones en salsa de vino y romero), por supuesto regado con vino blano Janchimijalis y empezado y terminado con chupito de Uzo y cafe griego.
Saludos Okawango
Realmente el lago no es un lago es un río que se ensancha.
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