lunes

“La Tormenta” – Al mal tiempo, buena cara

Con la que está cayendo tanto meteorológica como socialmente es bueno relajarnos y tomárnoslo un poco a “guasa”. Recordando viejos tiempos os pego abajo La Tormenta  (Letra de Georges Brassens y música de Sabina) cantado por los componentes de La Mandrágora. Os pongo la letra abajo además porque no tiene desperdicio.

La Mandrágora es un álbum de los cantautores españoles Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez, acompañados por el guitarrista Antonio Sánchez, grabado en directo y editado en 1981. Por aquel entonces los tres cantautores actuaban juntos en el sótano del bar madrileño del que el disco y el grupo tomaron el nombre, situado en la Cava Baja del barrio de La Latina en Madrid.

Yo tuve un gran amor durante un chaparrón
y sentí aquella vez tan intensa pasión
que ahora el buen tiempo me da asco
cuando el cielo esta azul no lo puedo ni ver
que se nuble ya el sol, que se ponga a llover,
que caiga pronto otro chubasco.


Confirmando el refrán una noche de Abril
la tormenta estalló, mi vecina febril
asustada con tanto trueno
brincó en un santiamén del lecho en camisón
y se vino hacia mí pidiendo protección.

- Auxílieme usted, sea bueno

abramé por piedad que estoy sola y no sé
si podré resistir, mi marido se fue
pues tiene entre otros muchos fallos
que en las noches así abandona el hogar
por la triste razón de que va a trabajar,
es vendedor de pararrayos -


Bendiciendo al genial Francklin por su invención
en mis brazos le di curso a su petición
y luego el amor hizo el resto
mira tú que instalar para rayos por ahí
y olvidarte poner en tu casa, caray
cometiste un error funesto.


Varias horas después, cuando al fin escampó
ella se hubo de ir, pero antes me citó
para la próxima tormenta
- mi esposo va a llegar y si en casa no estoy
se me va a resfriar, así que ya me voy,
a secarle la cornamenta -


Desde entonces jamás he dejado el balcón
no hago más que poner la máxima atención
en Cirrus cúmulos y Estratos
la menor nube gris me colma de placer
Aunque ha decir verdad sé que no han de volver
tan torrenciales arrebatos


A base de vender palitos de metal
su marido reunió un pingué capital
y se hizo multimillonario y a vivir la llevó
a un imbécil país donde si se oye llover
será porque haga pis algún niño del vecindario.


Ojalá mi canción llegue al Sahara aquel
a decirle que yo le seré siempre fiel
que la llevo dentro del alma
que aunque sople el Simún
con seca realidad un día nos va a reunir una gran tempestad
tras la que no vendrá la calma.

Okawango

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